Es un órgano situado en la parte interna media del cerebro. Semeja un caballito de mar, regula las emociones, influye en la memoria, la orientación y el manejo del espacio. Nos permite poder describir cosas, identificar rostros. Asienta la memoria reciente de la experiencia diaria en la memoria de largo plazo, convirtiéndola en recuerdos. Allí están las acciones automáticas como ir en bicicleta, caminar, nadar, comer…En la enfermedad de Alzheimer y la esquizofrenia, el hipocampo es una de las primeras regiones del cerebro en sufrir daño.
En lo cósmico, el hipocampo posee la evolución del pensamiento, el olfato intuitivo, la memoria del futuro, la visión interna de los espacios siderales y el oído cósmico. Elementos que provocan la profecía, la intuición y la magia en la vida y producen la creación artística, científica y literaria a través de lo original.
El hipocampo posee una minúscula porción de magnetita que hace que este órgano se conecte con las neuronas eléctricas del corazón, las micro-pulsaciones que sostienen la vida de la Tierra y las ondas electromagnéticas que surgen por encima de ella, que producen grandes posibilidades del contacto con las lejanías del Universo donde el Todo existe.
Cuando el hipocampo colma la memoria con los recuerdos del pasado, se va apagando y su dueño empieza a contar y repetir las mismas historias, perdiendo la oportunidad de seguir su camino. Cuando su dueño desaloja el pasado, los actos con la nueva historia son del presente y se vive con destreza y visión.
Debemos darle dinamismo al cerebro, actuando con ideas nuevas e inteligentes cada día para que todo su contenido viva sano y lleno de actividad futurista. Lo más importante es mirar, desde el pensamiento, el horizonte que nos espera para que el hipocampo absorba, desde él, su memoria y así la vida sea fabulosamente bien vivida.